Es un queso suizo de montaña, elaborado desde el siglo XII en la región de Jura con leche cruda de vaca, y famoso por su presentación y sabor únicos. Su nombre, que significa «cabeza de monje», hace referencia a la forma en que se corta, utilizando una herramienta especial llamada girolle que crea finas flores de queso. Estas delicadas virutas permiten apreciar mejor su textura y realzar su aroma, ofreciendo una experiencia sensorial inigualable.
Textura compacta y fina, que se deshace en la boca cuando se corta en virutas.
Sabor intenso y ligeramente picante, con notas de frutos secos y un toque herbáceo que recuerda a los pastos de montaña donde se produce.
El Tête de Moine debe servirse en finas virutas, utilizando una girolle o un cuchillo afilado para obtener su característica forma de flor. Esta técnica no solo es visualmente atractiva, sino que también permite que el queso respire y despliegue todo su aroma.